martes, 26 de abril de 2011

Como perros y gatos

Un día, como cualquier otro, un gato cualquiera, cansado de vivir una “vida de perros” en el país de los gatos, se puso a pensar:
Los ratones se están acabando ¿Qué vamos a hacer? ¿Será el fin del mundo?”


Otro gato más viejo lo escuchó maullando desesperadamente en voz alta y le dijo:


Allá, más allá del horizonte, cruzando el mar hacia el Norte, existe la “tierra prometida”, donde los ratones son tan abundantes que todos los gatos tienen millones de ellos”.


Fue así, como nuestro gato emprendió el largo viaje y al llegar se encontró con que, efectivamente, en esa tierra, los ratones corrían libres por doquier, había ratones por todas partes, millones de ellos y... de perros también.


¡Qué problema tan serio! El gato ahora se sentía como ratón atrapado en una ratonera. No hallaba cómo moverse entre tanto perro; ellos se la pasaban ladrando y él no podía entenderles, pero lo peor era que a él nadie le entendía sus maullidos, además, los ratones vivían con los perros y no le era posible atraparlos.


En medio de su desesperación, nuestro gato se paró en el medio de una calle y comenzó a maullar. Maullaba cada vez más alto, cada vez con mayor intensidad. Sentía como si el corazón se le fuera a salir por la boca.


Todos los perros que pasaban se quedaban mirándole sin poder entenderle y al cabo de un rato, cansados de no entender, seguían su camino.


Por último el gato, desfallecido y extenuado, se echó a llorar desconsoladamente, y fue así como lo encontró Don Gato.


Don Gato era todo un personaje, era todo un “gato con botas”. Vestía con elegancia y se desenvolvía con una evidente confianza en sí mismo, pero lo mejor de todo era que Don Gato podía ladrar. ¡Sí! Efectivamente, este gato había aprendido a ladrar y podía comunicarse con los perros, de hecho, hasta vivía con ellos y, por esta razón, le era sumamente fácil capturar todos los ratones que quería.


Fue así como nuestro gato comprendió que debía aprender a ladrar y comenzó a hacerlo, y al hacerlo pudo entenderse con los perros, quienes al principio lo veían con desconfianza y hasta le mostraban los dientes, pero poco a poco se fueron acostumbrando a ver al gato a su alrededor y comenzaron a dejarle estar con ellos, oportunidad esta que nuestro gato aprovechaba para cazar ratones a su antojo.


Y colorín, colorao este cuento apenas ha comenzado. Somos ya millones los “gatos” que hemos hecho de esta tierra nuestro hogar, pero lo que resulta lamentable es que muchos “gatos”, quizás demasiados, aún no saben “ladrar”, y lo que es peor, se resisten a “ladrar”, aunque eso los lleve a la inanición.


Yo no me explico cómo estos “gatos” pretenden “cazar ratones” si no son capaces de entenderse con los “perros” que son los que tienen el control de los “ratones”.


Ya es hora de reescribir la historia de esta nación, ya es tiempo de que los “gatos” entendamos de una vez por todas que debemos aprender a “ladrar”, para así poder disfrutar de los “ratones” que corren por doquier. Para quienes vivimos en este país, el hablar el idioma Inglés es un deber.¡Punto!


Si no aprendemos, aunque sean los más básicos rudimentos del idioma ingles, no vamos a ningún lado. Dejémonos de tonterías, si queremos progresar y prosperar, tenemos que hablar ingles.


¡Usted decide: “Guao” o “Woof”!

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