sábado, 21 de mayo de 2011

Aprendices de todo y maestros de nada


¿De qué me sirve aprender los números avogrados? Se preguntaba mi hija mientras trataba de encontrar una justificación para tan sádica asignación de estudios. Yo no sabía qué diantre era tal cosa, así que procedía a buscar su significado en Internet, y al conocerlo me di cuenta de que yo tampoco estaba interesado en saber que un número avogrado es el número de moléculas que existe en un mol, o el peso de un gramo molecular (¿?).


Diariamente, nuestros hijos reciben educación sobre una multitud de temas que muy rara vez volverán a aplicar en la vida real. Durante 12 largos años se les trata de enseñar de todo, con la intención de ilustrarles en el conocimiento universal. Pero la realidad es que la mayor parte de lo enseñado es tirado al pozo del olvido una vez que es evaluado. Es como un juego sin fin, donde los maestros creen que están educando y los alumnos fingen que están aprendiendo.

Toda esta pantomima cuesta billones de dólares a la Nación  y, al final, sólo se obtienen unos resultados mediocres. Del total de la población americana entre 25 y 29 años, un 86% se ha graduado de escuela secundaria. De estos un 58% han llegado a cursar estudios a nivel de “college”. Y lo que es peor, sólo un 29% han logrado obtener un título universitario. Da tristeza ver tal despilfarro de tiempo y recursos para obtener tan pobre resultado.


Resulta absurdo pretender que un ser humano sea capaz de asimilar todo el maremagno de conocimientos e información disponible en la actualidad. Por eso conviene que nuestros jóvenes se especializen, desde temprana edad, en las carreras, profesiones u oficios para los cuales poseen  una determinada vocación y aptitud. Cada cual posee una virtud, talento o destreza especial. Por ello se hace imprescindible que se identifiquen a tiempo estas cualidades. Así orientará a los estudiantes para que tomen el rumbo más apropiado en sus profesiones u oficios, explotando al máximo sus capacidades individuales.


Se me ocurre que las escuelas intermedias se especialicen en cuatro categorías, a saber: Artes, Ciencias, Tecnología y Sociales.

Cada escuela impartiría la educación básica que todo individuo requiere, pero haría énfasis en el área de especialización respectiva, de esta forma nuestros hijos tendrían la oportunidad de estudiar en la escuela que ofrezca el área de especialización a la cual desean dedicarse.


Posteriormente, las escuelas superiores serían aun más especializadas, brindando así el chance de que los estudiantes se dediquen de lleno a su rama de especialización.. De esta forma los estudiantes que deseen continuar estudios a nivel universitario saldrían mejor orientados para continuar con la carrera de su elección. Y aquellos que no deseen continuar estudiando podrían salir mucho mejor preparados para ingresar al mercado laboral, con un nivel de conocimientos más especializado, por ende, más productivo.


Otra alternativa sería la creación de escuelas de negocios, donde los estudiantes de la escuela superior aprendan los principios comerciales y mercantiles que les permitirían convertirse en exitosos empresarios con mayor prontitud.

La enseñanza de aspectos esenciales para garantizar la vida humana es desdeñada actualmente en nuestras escuelas. No se instruye en economía doméstica, manejo de las finanzas, intercambios comerciales, ni matemática financiera. Estas materias deberían estar incluidas en los programas de todas las escuelas durante todos los 12 años de estudios. De esta forma se contribuiría significativamente a elevar el nivel de vida de nuestra población.

Si no se hacen los ajustes necesarios en nuestra sistema educativo, estaremos corriendo el riesgo de convertirnos en una nación de incapacitados mentales, aprendices de todo y maestros de nada.

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